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CHARLA A PADRES DE 6° Y 7° GRADO.

La idea de esta charla, tiene como objetivo que nos ayude a reflexionar sobre cómo estamos ejerciendo el rol de padres.

No es mi idea dar conclusiones categóricas pero si lograr ir entendiendo los momentos que atraviesan nuestros hijos para poder acompañarlos mejor.

Poder entender ciertas conductas, ciertos cambios, nos permite manejar mejor las situaciones familiares, el vínculo con nuestros hijos y por lo tanto su futuro como personas.

Debido a movimientos sociales, culturales, tecnológicos y psicológicos, las etapas de desarrollo han sufrido cambios, o sea lo que antes se vivía a los 11 años ahora se puede observar a los 9 años.

El primer punto relevante es que los adolescentes llegan a esta etapa, indefectiblemente pasando por lo que se denomina pubertad. Y la pubertad se caracteriza por los cambios hormonales, físicos y psicológicos.

Los cambios hormonales y corporales, traen aparejados los cambios psicológicos y conductuales que serán más o menos llevaderos de acuerdo a como se encontraban psicológicamente antes de iniciar esta etapa.

La necesidad de autonomía se hace visible a partir de esta edad, sin embargo, observamos que los púberes llegan debilitados a asumir posiciones de autonomía, debido a la baja autoestima y la poca tolerancia a la frustración.

La baja autoestima y la poca tolerancia a la frustración son los motivos por los que fracasan los púberes y los adolescentes en estos procesos de crecimiento. Por qué?

Esta generación, parece una generación “on-off”, todo lo prenden todo lo apagan y con la misma rapidez quieren que ocurran las cosas, como, de hecho, la vida no es así, se muestran impacientes y poco tolerantes. La idea es que si las cosas no resultan rápidas, hay que cambiarlas por otras.

Nos lleva a un punto donde se va olvidando el concepto de “reparación” y este concepto no es el de “reparar” solo los objetos, incluye también, la reparación de las conductas erradas.

De hecho es absolutamente necesario (y no hay otra forma de ir creciendo) cometer errores, pero lo que ha cambiado es que el niño no tiene ni la capacidad de reparar ni el tiempo para hacerlo.

Poder reparar, permite poder tener autodisciplina. Actualmente los adultos, o le dejamos pasar el error cometido (porque no hay tiempo de…) o los ponemos en penitencia. Pero olvidamos lo más importante que es enseñar a reparar y eso es hacer pensar al niño de qué forma se le ocurre a él, mejorar lo que ha hecho.

Otro punto importante que se observa, es que los niños tienen una escasa tolerancia al aburrimiento, no saben qué hacer, como entretenerse, se va perdiendo la capacidad creadora, la posibilidad de desarrollar la imaginación.

El otro punto relevante, es el alejamiento de los adultos, la falta de comunicación, con la “excusa “ de que no hay tiempo, que estamos cansados, que trabajamos mucho, que tenemos muchos problemas…en realidad no creo que sea del todo cierto, ya que siempre tenemos un rato para dedicarle a mirar noticias por la televisión, entonces tenemos el mismo tiempo para conversar con la familia.

Se observa también la facilidad con que los púberes y adolescentes asumen (autorizados por sus padres) sus derechos pero se acercan poco a las obligaciones. Reclaman sus derechos con claridad y fuerza y los adultos, padres y docentes, nos hemos perdido en el punto de “como poner los límites”, trayendo como consecuencia un alto nivel de inseguridad y mayor nivel de enojo en los púberes y adolescentes. Por supuesto que ellos no quieren que se les ponga límites, y por supuesto hay que ponerlos igual.

Sin embrago, en este momento es importante que hagamos la clara diferenciación que hay entre autoridad y autoritarismo:

Los adultos ejercemos el autoritarismo cuando estamos inseguros, desorientados o aturdidos. La autoridad la ejercemos cuando estamos seguros de estar enseñando algo que les servirá a nuestros hijos cuando sean adultos.

Por último, pasaré, por el sentimiento del miedo. Sentimiento que cuando sirve de alarma, frena a los jóvenes evitando entrar en conductas de riesgo, pero la sociedad da la señal de que hay que avanzar como sea y rápido, por lo que los jóvenes no lo soportan y tratan de vencerlo, pasar por sobre él, los jóvenes se arriesgan y toman alcohol, están venciendo al miedo, están siendo valientes y esto es reforzado por los grupos de pertenencia.

Sería bueno que enseñemos que no es necesario vivir todas las experiencias para poder hablar de ellas o sentir que se ha crecido. Para madurar no se necesita experimentarlo TODO. Se puede ser más maduro y equilibrado diciendo: NO, siendo así, más valiente.

Muchas gracias por la atención y nos encontramos la semana próxima.

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