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Único e irrepetible

Palabras que suelen ser utilizadas diariamente, tal vez para definir personas que en algún momento estuvieron involucradas en la vida de cada uno. Pero que sucede si las mencionamos en un contexto terapéutico, y aun mas, en el ámbito escolar para referirnos a un niño? Para hablar de ese niño que tiene esa dificultad para aprender, se distrae y no comprende?

Por definición, ÚNICO, implica una clasificación de que no hay otro igual, incluyendo la palabra extraordinario o excepcionalmente bueno. Mientras que, la definición de IRREPETIBLE expresa que, eso no sucederá otra vez y con las mismas características.

Entonces, si unimos los significados, y a su vez hablamos de un sujeto, mejor de un niño, podríamos decir que, él, como todos los niños, es un sujeto extraordinario y que no habrá otro con sus características.

Dicho de esa manera, cabe la oportunidad de asignarle significado a esas palabras, y pensar a cada niño con sus virtudes y defectos.

Sin embargo, no es difícil creer la posibilidad de que los individuos tendemos a perdernos sin considerar las subjetividades. Se puede pensar que, certeramente existe una responsabilidad que parte de un sistema, el que organiza el aprendizaje y define cómo debe ser emitida la enseñanza, de modo que administra un tope de conocimiento que le es funcional a otro sistema más amplio y abarcativo.

A pesar de esto, se han realizado cambios, algunos de ellos benefician a los niños en su modo de aprendizaje. Entonces, la pregunta sería, ¿se está aplicando el cambio que es legitimado por las últimas resoluciones, o por el mismo diseño curricular de la provincia de Buenos Aires, por ejemplo? En este último se refiere a un módulo de Educación Inclusiva, cuyo objetivo es “…dar respuestas orientadas a eliminar las desigualdades derivadas de cualquier tipo de discapacidad, problema de aprendizaje, creencias religiosas, diferencias lingüísticas, situación social, económica o cultural. Dado que las particularidades individuales necesariamente implican divergencias en los modos de acceder al conocimiento, las oportunidades de aprendizaje deben ser equitativas para todos los alumnos del sistema”.

Se debe aclarar que las causas de esas desigualdades citadas, afectan de manera directa al aprendizaje, al estado emocional y psíquico del niño. Por lo que se propone conocer, considerar a cada uno de nuestros alumnos como único e irrepetible, igual que su forma de aprender. Por lo que se brindan diferentes recursos y orientaciones metodológicas para abordar a cada alumno, a cada niño. Es posible que al comprender que la diversidad está presente y abordarla con las herramientas adecuadas, logremos como adultos, disminuir la sensación entre los alumnos de que uno de ellos es diferente, y finalmente colaborar en la construcción de una conciencia integral.

Existe el derecho a la educación, hagamos real ese derecho, y concretemos la oportunidad de aprender. En ese vínculo, podremos aprender a enseñar, ser “epistemológicamente curiosos”, considerando que estaremos orientando el pensamiento de niños que están aprendiendo a ser parte de una sociedad.

Ser profesionales de la educación es fundamental, especialmente porque implica responsabilidad social, o como decía Freire, “enseñar exige comprender que la educación es una forma de intervención en el mundo”. Es ser mediador entre la “oportunidad” y el sujeto, que recibe conocimiento, cultura, formas de socialización, ideología, entre otros aspectos, en un ambiente socioeconómico determinado, que no es determinante para el resto de su vida. Preguntémonos: ¿qué les estamos enseñando en términos de valores, tolerancia, equidad, empatía, y por último de contenidos, a los futuros adultos? Al proyectarlos como adultos, y siendo conscientes de que se trata de niños intervenidos por múltiples variables y experiencias, podremos comprometernos cada vez más en nuestro trabajo, ya que ellos son y serán únicos e irrepetibles…no son uno más, SON.

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