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Las afecciones del cuerpo

“…pero no sabemos que es estar vivo a no ser por esto, que un cuerpo es algo que se goza” J. Lacan, seminario XX. Aún.

La noción de cuerpo atraviesa la teoría y práctica analítica desde sus inicios, el encuentro de Freud con las histéricas introduce una primera diferencia entre lo puramente biológico, el soma y el cuerpo.

Dice Freud “yo afirmo, por el contrario, que la lesión de las parálisis histéricas debe ser por completo independiente de la anatomía del sistema nervioso, puesto que la histeria se comporta en sus parálisis y otras manifestaciones como si la anatomía no existiera, o como si no tuviera noticia alguna de ella”[1]

Se trata en psicoanálisis de un cuerpo afectado por el lenguaje, por la palabra del Otro, momento inaugural en que se constituye un cuerpo, como resultado de ese encuentro se conforma un cuerpo pulsional, erógeno. El significante imprime una pérdida de goce natural que suponemos a lo viviente, pero que está vedada al ser hablante.

Dice Lacan, “El significante es la causa del goce. Sin el significante ¿cómo abordar esa parte del cuerpo? ¿Cómo sin el significante, centrar ese algo que es la causa material del goce?..Por confuso que sea una parte es significada en ese aporte.”[2]

Lacán, desarrolla la noción de cuerpo con su concepto de Estadio del espejo, allí designa un momento psíquico ubicado entre los 6 y los 18 meses durante el cual el niño anticipa el dominio de su unidad corporal mediante una identificación con la imagen del semejante y la percepción de su propia imagen en el espejo, funda al cuerpo narcisista en la unificación de la imagen que le es prestada por el otro en posición de espejo plano, posteriormente agrega la noción de espejo esférico que proporciona la primera imagen real del cuerpo. Esta primera identificación frente al espejo es clave para la formación del yo del sujeto humano, primera identificación que es alienante, porque se construye a partir de una imagen que está afuera, que es externa, el yo se constituye a partir de identificaciones imaginarias y es desde el inicio otro.

La medicina dice distinto del cuerpo y con ello produce otro cuerpo, dice Jean Clavel “…lo único que sostiene el discurso médico es su objetividad, su carácter científico, que es su imperativo metodológico. Debe ser enunciado por cualquiera sobre cualquiera… El malestar proviene de que es insoportable ser cualquiera, y de que la medicina no tiene nada que decir sobre eso”[3]

En psicoanálisis partimos de pensar un cuerpo afectado por el lenguaje, cuerpo que muestra la pérdida de naturalidad, a partir de allí, entonces, qué afecta al cuerpo? Dice C. Soler, “…ser afectado designa el hecho de ser tocado, casi siempre desagradablemente, por ejemplo por una mala noticia. Qué es lo que afecta?...todo lo que toca mi cuerpo”[4]

Cuerpo afectado, por el duelo, la angustia, las enfermedades orgánicas, los síntomas que cada época produce, y que interroga al saber de la ciencia y nos interroga en nuestra práctica. Podríamos decir que hay un sufrimiento del cuerpo, sufrimiento que es abolido, dejado de lado por el discurso médico y que recoge el psicoanálisis, hay síntomas antes los cuales la medicina se declara incompetente y que el psicoanálisis los pone a hablar, hay un sufrimiento del cuerpo que enferma, de ese cuerpo que toma la medicina y le da un nombre, lo medica, lo estudia, le diagnostica una enfermedad aún cuando ésta no se manifestó, lo reduce a condición de objeto. Lo que el médico produce con esto buscando la cura de la enfermedad, deja a ese sujeto convertido en objeto, inmerso en la angustia, la desesperación, hay un efecto que la palabra del médico produce que la medicina por definición excluye, dice, J. Clavreul, “El saber médico es un saber sobre la enfermedad, no sobre el hombre, que no interesa al médico sino como terreno en el que evoluciona la enfermedad”[5]

Es ilustrativa al respecto la siguiente viñeta. Se trata de Graciela, de 52 años, quien llega a la consulta portando una enorme cantidad de estudios médicos que datan de muchos años, se podría decir que la acompañaron desde su infancia, signada por accidentes, internaciones, permanentes visitas a médicos, psiquiatras, neurólogos, psicólogos. Intervengo pidiéndole que guarde sus estudios y que me cuente, situación que la conmociona porque ella claramente se hace representar por ese saber de los estudios que la nombran como enferma, discapacitada. Si alguna eficacia tiene la intervención es que se dirige a la interacción que hay entre la palabra y el goce, interacción que define al síntoma tal como lo pensamos en psicoanálisis.

Dice Lacan “Cuando el enfermo es remitido al médico o cuando lo aborda, no digan que espera de él pura y simplemente la curación. Coloca al médico ante la prueba de sacarlo de su condición de enfermo, lo que es totalmente diferente, pues esto puede implicar que él esté totalmente atado a la idea de conservarla. Viene a veces a demandarnos que lo autentifiquemos como enfermo; en muchos otros casos viene, de la manera más manifiesta, para demandarles que lo preserven en su enfermedad, que lo traten del modo que le conviene a él, el que le permitirá seguir siendo un enfermo bien instalado en su enfermedad”[6]

A partir de esta intervención y algunas otras que se dirigieron a interrogar su posición de enferma, se ordena un primer movimiento que abrió la posibilidad que Graciela se interrogara por los beneficios que obtiene de su condición de enferma, comenzó a decir en su análisis que muchas veces exagera, miente o sobredimensiona sus síntomas,.. Que no sabría qué hacer si no estuviera siempre enferma, que organiza sus largos días en llamar a la farmacia o que médico debe visitar. Dice Lacan en “La ciencia y la verdad”, la verdad del sufrimiento no es el sufrimiento mismo, más bien debe buscárselo por el lado de la causa, dice “Es la causa: la causa no categoría de la lógica, sino causando todo su efecto. La verdad como causa” y continúa mas adelante con una pregunta a los psiconalista “lo que hacen ustedes, tiene sí o no el sentido de afirmar que la verdad del sufrimiento neurótico es tener la verdad como causa?”[7]

Podríamos decir que Graciela encuentra un refugio, una morada que le da el saber de la medicina, que le da un nombre, se abre allí una zona de intervenciones diferentes, la medicina que responde a la enfermedad, su objeto y el psicoanálisis que ofrece un lugar a ese sujeto que ella excluye. Necesario movimiento en la constitución de una ciencia, dice Lacan, “Se necesita cierta reducción, a veces de realización larga, pero siempre decisiva en el nacimiento de una ciencia; reducción que constituye propiamente su objeto”.[8]

Partimos de pensar un organismos del lado de lo viviente, un cuerpo que se construye como resultado de la operación del lenguaje y un sujeto efecto de ese encuentro, sujeto del inconsciente. Dice Colette Soler, “ Aquí hay en juego tres términos : el organismo viviente que hace al objeto de la biología y del que no hace falta que el psicoanálisis conozca algo, el sujeto definido por su habla y por su cuerpo, también objeto del psicoanálisis en tanto está sujeto a los síntomas”[9]

[1] Freud, S. “Algunas consideraciones con miras a un estudio comparativo de las parálisis motrices orgánicas e histéricas” (1893). Obras Completas. A.E. Tomo I. Pág. 206.

[2] Lacan, J. El Seminario XX. “Aún”. A Jacobson. (1973). Pág. 33

[3] Clavreul, J. El orden médico. Introducción. (1978). Pág. 27

[4] Soler, C. Introducción. Los afectos lacanianos. Letra viva. (2011). Pág.8

[5] Clavreul, J. “El objeto de la medicina es la enfermedad. Una ontología que insiste”. El orden médico. (1978). Pág. 139

[6] Lacan, J. Psicoanálisis y medicina. Intervenciones y textos I. Manantial. (1966). Pág.91

[7] Lacan, J. La ciencia y la verdad. Escritos II. Siglo XXI. (1966). Pág.847 y 849

[8] Ibíd. Pág. 834

[9] Soler, C. El viviente afectado. Los afectos lacanianos. Letra viva. (2011). Pág.53

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