top of page

Masaje Infantil

SOBRE LA IMPORTANCIA DEL VÍNCULO Y EL APEGO EN BEBÉS

El proceso de vinculación, la necesidad de apego de los bebés ha sido objeto de estudio de numerosas investigaciones, por parte de psicólogos, psiquiatras, sociólogos, etc. Se ha comprobado que las primeras experiencias, los primeros vínculos que realiza un bebé con sus cuidadores, son determinantes para la vida futura de ese niño.

Se entiende por vínculo la conexión que une a un sujeto con otro que se caracteriza por una bi-direccionalidad y mutua afectación. Esto quiere decir que ambos sujetos afectan y se ven afectados por el otro, generando diferentes estados de ánimos, sentimientos, respuestas verbales y no verbales en ambos sujetos.

El vínculo es indispensable para la vida. El bebé, desde el momento del nacimiento, es un ser social que necesita de otro para poder sobrevivir. No solo en lo que respecta a los cuidados físicos, sino también, y aún más importante, en lo que se refiere al contacto humano, en relación con el amor, es decir al cuidado emocional y psíquico. De ahí que se ha estudiado en varias ocasiones el efecto que tiene en los bebés la falta de contacto emocional, de vinculación, de apego, dando por resultado el marasmo y hasta la muerte. (Spitz).

Es de vital importancia el establecimiento de un vínculo seguro, confiable, entre el bebé y sus padres o cuidadores primordiales. Y aquí quisiera detenerme un momento para aclarar la importancia de estas figuras primordiales. Ya sean los padres, biológicos, adoptivos, o quien se encargue de los cuidados del bebé, es imprescindible que el vínculo sea estable, con ESA persona. Para su sano desarrollo emocional y psíquico el bebé necesita de experiencias vinculares que le brinden seguridad y confianza, y esto se logra a través del reconocimientos de quienes están a su cuidado (los olores, la voz que anticipa el encuentro). Es por este motivo que, según investigaciones, bebés en situación hospitalaria morían, a pesar de los cuidados recibidos. La razón es que estos bebés, si bien estaban bien atendidos y cuidados, no podían establecer un vínculo de apego estable, ya que quienes los cuidaban rotaban según horarios y días. De aquí la importancia de las figuras primordiales.

“La estabilidad que ofrece una persona que dona amor y asistencia durante los primeros años de la vida protege, marca y queda como una reserva de confianza que acompaña imaginativamente en cualquiera de las situaciones difíciles que se transitan. Para el bebé, los olores, la voz que anticipa el reconocimiento de alguien amado y conocido, conforman un espacio de entrega y estabilidad insustituibles” (El Placer de criar; la riqueza de pensar. Silvia Schlemenson)

Fue John Bowlby quien formuló la teoría del apego, según la cual el bebé nace con un repertorio de conductas las cuales tienen como finalidad producir respuestas en los padres: la succión, las sonrisas reflejas, el balbuceo, la necesidad de ser acunado y el llanto, son estrategias, por decirlo de alguna manera, del bebé para vincularse con sus papás. Así es como los bebés buscan mantener la proximidad con la figura de apego, quien será la base de seguridad desde la que explora el mundo. Ahora bien, la respuesta que el bebé recibe de sus padres será determinante para el establecimiento de un vínculo de apego seguro. Es la respuesta de esta mamá la que va modelando la experiencia del bebé, estructurando su personalidad. Donald W. Winnicott introduce los conceptos de dependencia del infante, sostén, ambiente facilitador, madre suficientemente buena. Sostiene que el infante (“que no habla”) depende de los cuidados maternos, basados en la empatía e identificación de la madre hacia el bebé, quien lo que necesita en un principio es una “viva adaptación a sus necesidades”. Esto incluye el sostén, no sólo en cuanto a la manipulación del bebé, sino en cuanto a la posibilidad de brindar un ambiente facilitador, respondiendo a sus necesidades emocionales y físicas. Se trata de brindar amor de forma estable, en un momento del desarrollo del bebé, durante el cual se dejan huellas indelebles que marcarán en un futuro las relaciones vinculares y las respuestas ante situaciones de carencia y necesidad.

Ahora bien, ¿qué se necesita para el establecimiento de un vínculo de apego seguro? Hablamos ya de la necesidad del bebé de tener un contacto directo con sus figuras primordiales, y de cómo busca ese contacto. El tacto es el primer sentido en desarrollarse en el vientre materno y nos acompaña durante toda la vida. Es el primer contacto que tiene el bebé, al nacer, con su madre. Es a través del tacto que el bebé comienza a conocer sensaciones (placenteras y displacenteras), que comienza a conocer el mundo que lo rodea (la piel de su mamá, la boca en el pezón al momento de amamantar). Acunar, abrazar, arrullar, tocar al bebé son manifestaciones de cuidado y de amor que van estructurando el psiquismo y brindan confianza.

Al tacto debe sumarse también la mirada. La mirada de la madre es fundamental en el contacto con su bebé. Es estructurante, brinda calidez, confianza, seguridad. A través de la mirada se genera un diálogo, un ida y vuelta, un feedback en la comunicación del bebé con su madre. La sonrisa, de la madre, como respuesta a los intentos del bebé de comunicarse; y la sonrisa del bebé, a modo de reconocimiento y placer.

La voz, también forma parte del establecimiento de un vínculo seguro. No olvidemos que dentro del vientre materno el bebé escucha la voz de los padres, y reconoce esa voz al nacer. Escuchar la voz tranquilizadora de sus figuras primordiales ayuda al bebé a adaptarse a su nuevo medio. El lenguaje es esencial para el desarrollo del bebé, hablarles, cantarles, anticiparlos en lo que está por venir, contarles historias, todo esto ayuda en la estructuración psíquica del niño.

Uno de los beneficios principales del masaje infantil, sino el principal, es la posibilidad de crear un espacio de encuentro entre los padres y los bebés, ya que enfatiza en la importancia observar, respetar y aprender a decodificar a ese bebé: las señales, los gestos, el llanto. Ayudar a los padres a comprender que son ellos quienes más saben de sus bebés, y ofrecer un espacio de intercambio que permita a los padres sentir mayor seguridad, autoestima; un espacio de intercambio mutuo temprano, de placer en el contacto con su bebé. Asimismo favorecer la empatía de los padres hacia el bebé, precursora de un vínculo de apego seguro.

En este sentido considero que el masaje infantil es una herramienta que favorece el establecimiento de un vínculo de apego y que ayuda tanto a los padres como al bebé a reconocerse, a sentirse seguros y confiados el uno con el otro. A través de la rutina del masaje, lo que se busca no es tanto la técnica de masaje, sino la posibilidad de crear un momento de encuentro, de intimidad, de lenguaje, con ese bebé. El pedido de permiso, utilizar la voz y la mirada como elementos imprescindibles para hacer contacto previos al masaje, el proponer cantos, cuentos, forman la base desde la cual esos padres se comunicarán con ese bebé, y ese bebé con esos padres; basado en el amor, la empatía, el respeto y la comprensión mutua.

Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
bottom of page