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Piedra libre para la verdad…

Escuchamos a diario en el consultorio, a padres consultando acerca de "esas preguntas" que hacen los niños, que no saben que responder ni que decir al respecto, “ mamá, como llegan los bebés a la panza?”, “ papá por qué yo no tengo pene?” , “mamá, qué es morir?”. O las típicas escenas de jardín donde, asustados, los padres nos preguntan si es normal que su hijo de 4 años le haya subido la pollera a su compañerita o que fueran al baño juntos.


Vamos a desarrollar este escrito para encontrar respuestas a esas preguntas que los niños hacen y a los adultos incomodan.

Para poder entender el por qué de esas preguntas y cómo tenemos que responderlas vamos a referirnos a Francoise Dolto, quien fue una médica pediatra y psicoanalista francesa famosa por sus descubrimientos en psicoanálisis de la infancia. En unos de sus libros, Psicoanálisis y pediatría (1971), Dolto expone acerca de las etapas de desarrollo psicosexuales en los niños.


Lo primero que hay que aclarar es que la palabra sexual, no significa genital, y el calificativo genital no se atribuye sino a ciertas manifestaciones de la sexualidad, las más tardías y más acabadas del desarrollo del individuo. Pero el hedonismo del niño (es decir, la búsqueda del placer) se despierta extraordinariamente temprano.


En psicoanálisis, se distinguen: la etapa oral, la etapa anal y la etapa fálica (Etapas o estadios pre genitales). A estas etapas sucede un período de latencia (comprendido entre los 7 y los 13 años) y la etapa genital propiamente dicha surge con el advenimiento de la pubertad.

Para empezar a comprender esto vamos a ir desarrollando algunas características de cada etapa, así iremos entendiendo el desarrollo de los niños.


La etapa oral se extiende desde el nacimiento hasta el destete y está bajo la primacía de la zona erógena bucal.

La necesidad fisiológica de succionar aparece desde las primeras horas de vida pero una vez saciado, el bebé continúa durante el sueño realizando movimientos de succión con los labios.

El placer de succionar independientemente de las necesidades de alimentarse, es un placer autoerótico. El bebé no tiene todavía noción del mundo exterior.

El bebé se apega al pecho o a la mamadera, le gusta jugar aunque ya no tenga leche, encuentra placer en ese chupeteo.

El niño ama todo lo que se mete en la boca. Es necesario que el niño tenga a su alcance solo objetos susceptibles de ser chupados y mordidos sin peligro de provocar con ello prohibiciones y retos por parte del adulto.


A continuación de esta etapa, deviene la etapa anal. El modo de relación del niño y el adulto del primero al tercer año de vida, es a través de los alimentos y del control de esfínteres.

En el segundo año de vida cobra especial importancia la zona anal.

La libido, que provocaba un juego de chupeteo en la etapa anterior, ahora provocará la retención lúdica de las heces o de la orina.

En el momento de limpieza que es proporcionada por la madre, es importante como esta se encuentra en relación al niño, si la madre está contenta, el aseo se realizará en una atmósfera agradable. Si el bebé ensució sus pañales y lo retan, llorará.

Pero más allá de la madre, a causa de la satisfacción fisiológica que produce, este aseo resulta agradable al niño, siendo éste el primer descubrimiento de una situación de ambivalencia.

La ambivalencia está dada en:

Expulsar los excrementos cuando el adulto se lo pide en el momento oportuno, se convierten en una “recompensa” en un premio o un “regalo".

Retener Los excrementos, rehusarse a someterse a los deseos maternos equivale a un castigo o desacuerdo con ella.

De este modo el niño descubre el poder sobre sus heces.

Son muchos los objetos que el niño va a llevar consigo en esta etapa y que solo él ejercerá sobre ellos un poder omnipotente disponiendo sobre los mismos a su antojo: abrazarlos, destruirlos, etc. De modo que el niño hace uso de su agresividad bajo sus reglas.


La educación en esta etapa cumple un rol central pues permite establecer lazos con otros y sustitutos simbólicos favorables.

El bebé comienza a imitar los gestos de los adultos, ya que tiene un mayor desarrollo neuromuscular.


El desarrollo psicosexual continúa con la etapa fálica, la zona erógena predominante es el pene en el niño y clítoris en la niña.

Entre las características de esta etapa, Dolto rescata:

La curiosidad sexual: las preguntas más frecuentes son: ¿De dónde vienen los niños?; los por qué de los niños de cuatro años que no esperan respuestas. Surgen las teorías infantiles en relación a los conocimientos anatómicos de esta edad: piensan que los bebés nacen por defecación. Surgen interrogantes en torno a la curiosidad sexual ligada a las diferencias de los sexos. Los niños piensan que las niñas no tienen pene, lo cual es considerado como una superioridad por parte del niño, mientras que la niña, piensa que el clítoris le crecerá. El niño también fantasea con amenazas de mutilación de sus genitales, pensando que, como la niña no lo tiene, él lo dejará de tener.

En esta etapa comienza a tener otra dimensión el tiempo. Diferencia entre el ya, el enseguida y el después. Puede esperar y ya no requiere satisfacer sus pulsiones en el momento.

Comienzan a descubrir que un objeto tiene varios usos. Es por esto que uno de los interrogantes frecuentes en esta etapa es el ¿para qué es esto?

Otro descubrimiento es la muerte, toman cierto interés por este tema. Descubren la muerte en los animales, porque se ponen viejos, porque el cuerpo ya no funciona. Esto el niño lo comprende sobre el final de la etapa anal, es por eso que juegan mucho a matar.

Este sentido de la muerte de un animal será desplazada a la muerte de algún ser querido, permitirá captar el sentido del sin retorno, de la pérdida definitiva.

En esta edad los juegos permiten una identificación al progenitor del mismo sexo (las niñas juegan a las mamás, a hacer comiditas, los varones en sus juegos buscan imponer miedo y orden.)


Es en esta etapa del desarrollo, donde los niños comienzan a hacer esas preguntas, cuyas respuestas parecen complejas o imposibles... pero no!, son preguntas necesarias que el niño realiza y tienen que ser contestadas, cómo? Siempre con la verdad. El tabú, la vergüenza, es patrimonio de los adultos, no de los niños, ellos no están empapados de esos sentimientos como los adultos, necesitan saberlo para que el desarrollo siga su camino esperable.


Escuché a muchos padres en el consultorio, que responden a esas preguntas con cuestiones muchos más complejas, como: “los bebés caen de una nube y eligen la casa donde caer”, “ te ponés una pastilla por el ombligo, si es de color rosa va a ser nena, si es de color celeste, nene”. O cuando preguntan cómo se llama el órgano genital, contestan cosas como: “ el secreto”, “ la cucaracha”, “ el cosito”, “ el pajarito”. Con estas respuestas se presentan dos dificultades, imagínense cuando ven un pajarito o una cucaracha y hay que pisarla, o cuando intentan ponerse una pastilla por el ombligo porque quieren tener un bebé. Otra dificultad que se les presenta es cuando los niños encuentran la verdad a esa preguntas y rápidamente saben que los padres le mintieron, después nos preguntamos por qué los hijos no confían en los padres. Y ahí es cuando los padres nos preguntan, pero... cómo le digo? Le digo pito?, se les dice como realmente se llama, pene y vagina.

Es mucho más simple decir la verdad. Siempre que un niño pregunta es porque está preparado para escuchar la respuesta.

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